sábado, 21 de marzo de 2020


VIAJE A LA LIBERTAD, ENTREVISTA A JOSÉ LUIS VELÁSQUEZ GARAMBEL WALTER PAZ QUISPE SANTOS
José Luis Velásquez Garambel, intelectual peruano y profesor universitario, ha publicado a la fecha varios libros que la crítica especializada y los académicos consideran importantes. Conocido como un polémico ensayista, editor de proyectos gigantescos como los emprendidos por él en la Universidad Nacional del Altiplano, del que todos conocemos. Inició su actividad intelectual publicando plaquetas de poesía a finales de los 90, faceta que quedó opacada por su polifacética y holística labor de apasionado trabajo de rescate de cuanto se refiere a Puno. Hace pocos días ha publicado, después de 20 años, un poemario que lleva por título “Viaje a la Libertad”, publicación que motiva esta entrevista. W.P.: Puno, es un escenario con una tradición poética visible en el panorama internacional y tú no eres conocido como poeta, claro, sin desmerecer tu trabajo. JLVG: Es verdad, Puno goza de un sitial en la cartografía literaria internacional gracias a Oquendo de Amat, Alejandro Peralta, el mismo Gamaliel Churata y en los últimos años la presencia importante de Omar Aramayo, y claro los poetas ganadores del Copé de Poesía; y mi presencia en es este escenario ha sido la de, primero, profesor de literatura de la UNA-P, donde inauguré y dirigí por varios años los talleres de escritura creativa, dándole continuidad al taller “Anclas en el cielo” de inicios del 2000, formé a casi todos los poetas del post dos mil, del que hay jóvenes que ya tienen reconocimientos literarios y siguen trabajando por lograr escribir mejor. Mi poesía, de esos años, como en algún momento manifestabas y yo comparto esa opinión, “juvenil”, de temas amorosos, vanguardistas en su concepción, épocas en que iba experimentando con el lenguaje, que me sirvió mucho de aprendizaje para mis trabajos en otros géneros; aún así, la reedición de “Gitana”, un libro de poesía, fue considerada como los mejores libros de poesía por Ricardo Gonzales Vigil en Caretas. W.P: Pese a los comentarios de académicos como Gonzales Vigil y algunos amigos tuyos, sigues siendo más conocido como ensayista y editor, esas facetas te han sepultado como poeta, es más, tu nombre no aparece en las antologías de escritores como Feliciano Padilla o Jorge Florez en el ámbito regional. JLVG: Es verdad que Gonzales Vigil es amigo mío, pero eres injusto al acusarme que he utilizado esa amistad para granjearme sus comentarios generosos en cuanto se refiere a mi poesía, hecho que he mantenido siempre en la discreción, al margen del lobby como lo hacen muchos. No me atreví a enviar mi trabajo a concursos literarios después del 2000. A fines de los 90, gané algunos concursos de poesía, no volví a participar en ninguno, porque fuimos nosotros quienes empezamos a organizar los concursos, claro con el apoyo de la universidad, de amigos como Elard Vilca, le dimos continuidad a los Juegos Florales con Jorge Florez-Aybar, no era ético que yo, que trabajaba con él participara de los únicos concursos que se daban en nuestro medio. Ahora después de 20 años, me atreví a enviar este poemario al COPÉ, y no pasó nada, quizá no era su tiempo o simplemente el jurado consideró que no valía la pena, suele ocurrir; por lo que a motivación de los amigos envié el mismo poemario, al Premio de la Fundación Loewe, que es uno de los premios de poesía más prestigiosos, con decirte que Octavio Paz fue uno de los jurados de esa fundación hasta su fallecimiento, y este texto quedó entre los 20 finalistas de más de cinco mil textos recepcionados.
W.P.: Oquendo, Alejandro Peralta y Vallejo no participaron en concursos. Pero bueno, de qué trata este libro que acabas de publicar. JLVG: Quizá sea esa vanidad por parte del escritor, los concursos muchas veces te posicionan socialmente, te abren algunas puertas que a cualquiera no se le abrirían, y respecto a los escritores que mencionas, todos tuvieron finales trágicos, vidas difíciles, ningún organismo del estado o acaso la misma sociedad les abrió ninguna puerta, se enfrentaron al mundo solos, y quizá por eso pusieron el fuego de su vida en cada imagen poética, en cada poema, en cada texto. Obvio que yo no pretendo compararme con ellos, soy un lector que se nutre de su poesía, que cotidianamente aprende de ellos, y lo digo con mucha humildad. En cuanto a este libro “Viaje a la libertad”, contiene tres poemas, un poco extensos, que tienen como tema, primero la vida de Juan Bustamante, que fue un hombre comprometido con la causa indígena, precursor de Gonzales Prada, en mucho, padre de los indigenistas modernos como José Antonio Encinas, José Carlos Mariátegui, y también de las grandes rebeliones del siglo XIX. En ese poema relato líricamente la vida de Bustamante, hasta su muerte trágica en manos de Recharte. En el segundo poema poetizo las vidas de los tres Miguel de San Román, que entregaron sus vidas a las causas libertarias, también es un poema extenso, estructurado en ciertas secuencias que el lector descubrirá con calma. Finalmente, el tercer poema habla sobre el origen mítico de los hombres del collao, es un recorrido a través de los mitos fundadores, con alusiones a las deidades y los apus tutelares del Collao. W.P.: Los ejes que abordas son históricos, crees que ese tipo de poesía tendrá recepción, cual ha sido la intención con la que escribiste esos textos. JLVG: Bueno, hace tiempo que he dejado de escribir para complacer a alguien, escribo por el contrario, buscando la reacción del lector, de quebrarlo, de hacer que se enfurezca, se indigne y si es posible que sea crítico, la tarea es difícil, pero el manejo del lenguaje es una conquista que se logra con la lectura, la investigación y la escritura y corrección constante. Yo no creo que un texto salga en primera, no, es muy difícil, no hay iluminados, el talento se alimenta de disciplina y de la constancia. A mí, de modo personal, me ayuda mi formación histórica, mis lecturas sobre el indigenismo y mis investigaciones sobre esos periodos luctuosos, y sobre ello he vuelto a la poesía, el texto ha sido trabajado en cuatro años, ha sufrido, correcciones múltiples, creo que me libero un poco de los fantasmas que me aquejan, esos que reclaman justicia, para mí, la única forma de dejarlos en libertad ha sido mediante la poesía. W.P.: El lector es quien finalmente crea y recrea, a través de su lectura las diversas metáforas, la poesía obliga al lector, por la naturaleza de su lenguaje, a buscar los significados vivos. Crees que tu poesía logra que el lector haga ese ejercicio. JLVG: La reflexión que haces es interesante y conflictiva, nos enfrenta a muchos. Es Verdad que la mejor forma de lograr que el lector sea crítico es haciendo que sea precisamente él quien de acuerdo a su universo cultural cree en su imaginario las metáforas, así en cada lectura y dependiendo quien sea el lector construya el significado, significado que será nuevo en cada lectura, de acuerdo a las lecturas y experiencias que vaya logrando en la constante de su vida. Esa “metáfora viva” solo es posible si la actitud del lector es inconforme, se pierde si el lector se topa o encuentra con un lenguaje directo o funcional. Lo textos literarios son precisamente eso por la naturaleza esquiva de su significado, motivo por el que el lector debe buscar continuamente ese significado. Ahora, en mi poesía, al momento de escribir, y en cada proceso de corrección, siempre reflexiono sobre si lo que estoy escribiendo es en lenguaje literario o no, hecho que me ha generado siempre conflictos teóricos. Ojo que en poesía, a diferencia de muchos que creen que es solo inspiración, yo sostengo que es un trabajo de obrero que continuamente está modelando el lenguaje a través de correcciones continuas, bien pensadas, un verdadero trabajo de arquitectura donde la inspiración es el primer motor; pero el combustible es la corrección. W.P.: Has poetizado hechos históricos, es particular en nuestro medio, sin embargo, parece anacrónico, cuál es tu objetivo. JLVG: En literatura “lo viejo reemplaza a lo viejo”, no hay nada nuevo, los clásicos siempre tendrán más valor, sé que el ejemplo que voy a utilizar no va a gustar a muchos; pero me amparo en mi condición de maestro de literatura. ¿Qué prefieres, leer un libro de Beto Ortiz, Jaime Bayly o leer a Kafka, Joyce, Wolfe, T. S. Eliot, y en nuestro medio a Alejandro Peralta, Mostajo, Aramayo? No podemos perder el rumbo, no quiero decir que los escritos a quienes he mencionado no tengan valor, sino que tenemos que diferenciar y lograr “criterio” sobre los textos poseen lenguaje literario, y claro eso es difícil. Mi objetivo es demostrar que la poesía no es producto tan solo de inspiración del momento, sino de un esforzado trabajo de corrección, que la conquista del lenguaje literario solo se da a través de la lectura y de la experiencia estética, en cualquier medio.
W.P.: Has manifestado que el proceso de escritura de este poemario, que es breve y que en páginas solo cuenta con 60, te ha demorado cuatro años. JLVG: Sí, y probablemente me haya demorado más, son veinte años que no publico poesía, la corrección y rescritura han sido fundamentales. Yo no tengo la facilidad que tienen muchos escritores, sobre todo jóvenes, de lograr imágenes maravillosas a la primera pasada, no, yo sufro mucho al escribir, es sufrimiento y al mismo tiempo liberación, ese proceso es, en mi caso agotador. Y en el caso de este libro, me quito la obsesión de poetizar sobre Jun Bustamante y los tres San Román. W.P.: Has pasado del ensayo, generalmente histórico, a la poesía, no te parece ir de un extremo a otro, no sientes que “quien mucho abarca poco aprieta”. Además, que tus ensayos son los que más comentarios y referencias han logrado. JLVG: Sabes perfectamente que hay casos, por ejemplo, el de Pablo Macera, Octavio Paz, el mismo Vargas Llosa. Claro, sería ridículo, de mi parte ponerme o siquiera asomarme a ellos, como te dije en algún momento, y lo sabes mejor que yo, tu que eres uno de los grandes lectores y dueño de una de las más hermosas y envidiables bibliotecas de todo el sur, nunca dejé la poesía, solo que no tengo la facilidad que otros tienen, no tengo ese don. W.P.: Sabemos que este libro de poesía no es lo único que has publicado recientemente. JLVG: Si, en efecto; pero aun está en prensa “Literatura puneña para el siglo XXI”, deben terminar la impresión en pocos días, es un libro que trabajamos junto a Salvador Hanco Aguilar, que es un profesor de literatura de la UNA-P, hablaremos al respecto cuando tengamos el libro en manos y podamos conversar sobre el mismo. W.P.: Eres reticente sobre tus proyectos académicos, literarios. Esa nueva antología en qué se diferencia de la que publicaste hace trece años con la CARE y la Comunidad Europea. JLVG: No es que sea reticente, lo que ocurre es que mucha gente subvalora el proceso de investigación y creación, en todos estos años he desarrollado cierta disciplina que me ha permitido concluir algunos proyectos de escritura, sin embargo, vuelvo continuamente a repensar sobre esos trabajos, eso ha ocurrido con la antología de literatura, he encontrado a un aliado estratégico, para que la misma vea la luz, es un libro renovado, con mayor información de panorama, con infografías que ayudan a contextualizar mejor las poéticas textuales de cada género y especie, creo que el reflexionar con Salvador sobre la literatura regional y el libro que está ya en prensa, va a servir para hacer un balance de la misma, será útil para que los maestros desarrollen en sus materias literatura regional, creo que es el texto más completo existente hasta ahora. Recoge las reflexiones en nuestras múltiples conversaciones no solo contigo, sino con los escritores de esta maravillosa región.

domingo, 8 de abril de 2018


NO SE PUEDE ESCRIBIR POESÍA DESPUÉS DE SENDERO Y EL MRTA imaginarios y poéticas de la generación del 90 José Luis Velásquez Garambel
EN LA FOTOGRAFÍA: Walter Paz quispe Santos, Walter Bedregal Paz, Marco Martos, Rudry Frisancho y José Paniahua Núñez. En “Escuela, maestro y conflicto interno” (2007), he tratado, hace algunos años, de brindar un panorama de la violencia social que sumió al altiplano entre las décadas del 80 y 90, y con mayor detalle en mi tesis doctoral; en lo que concierne a la poesía de “fin de siglo” he dedicado un pequeño espacio, a modo de galería, en “Beso de lluvia” (estudio de la literatura puneña - 2008), reservándome su tratamiento acaso por la complejidad del tema. Sin embargo, es Walter Bedregal Paz quien ha iniciado con la difusión de la obra de esta magnífica generación, a través de su Editorial Hijos de la Lluvia y de su hermosa selección “Aquí no falta nadie”, en segundo lugar Fidel Mendoza con Antología del Cinerario y Gabriel Apaza con la revista el Consejero del Lobo y finalmente Luis Pacho y Víctor Villegas con El Pez de Oro, todos miembros de la generación del 90 y en cuyos trabajos me baso para esta breve nota.
en la fotografía: Walter Bedregal y Darwin Bedoya Me une a la poesía de la generación no solo el periodo compartido o las actividades efectuadas al unísono, sino el profundo respeto que guardo por cada uno de sus integrantes, poetas con sencillez y gran calidad humana, comprometidos social y literariamente. Juntos aprendimos que la vida da golpes duros y fuimos testigos de los cambios sociales que delinearon a las nuevas generaciones y que hicieron que nuestras sensibilidades se hagan más humanas. Compartimos vivencias, viajes, actividades, en todo momento. Además de heredar una rica tradición literaria como es la puneña, que en el caso de los 90 fue trasmitida por el Taller de Poesía Carlos Oquendo dirigida por Boris Espezúa y Alberto Cáceres, quienes lograron enriquecer los imaginarios de buena parte de los integrantes de esta generación. Las victimas de Sendero, del MRTA y del Ejército se cuentan en el Perú por miles, Puno no escapa a ello. Después de tanto dolor y de tanta crisis moral ¿Qué acontece con la palabra cuando se acerca a la violencia extrema? ¿Qué ocurre con la literatura, y con ella, con las poéticas y el mal radical? He tomado una sentencia lapidante de Theodor Adorno “No se puede escribir poesía después de Auschwitz” para el título de este pequeño esbozo, y la pregunta incisiva de Maurice Blanchot “¿Cómo es posible la literatura después de tanto desgarro?” pensando, particularmente, en el instante en que la poesía se convirtió en la única tabla de salvación para quienes vivimos este período, así como Adorno y Blanchot enfrentaron el horror inenarrable de la Shoáh y expusieron con provocadora contundencia el colapso de la integridad de la lengua, luego del suceso límite de la “solución final” acontecida en los campos de exterminio nazi, sin grado alguno, en el Perú también vivimos nuestro propio desgarro, ahí radica el límite de ambas preguntas.
EN LA FOTOGRAFÍA: Víctor Villegas y Luis Pacho. La poesía de esta generación inicia en 1992, con la aparición de Desatando penas, de Simón Samuel Rodríguez Cruz, un poemario de belleza y derroche de lirismo cuyo motivo son los anhelos de libertad, y la identidad en el marco del sufrimiento social, se trata de una poesía cuyo universo ideológico gira en torno a las preocupaciones sociales del período. En Juliaca, hacia 1996 aparece Herejías de Fidel Mendoza Paredes, quien previamente había publicado Impresa taciturna (1993), algunas plaquetas y la colección de poesía puneña Antología del cinerario que acogió a los poetas que se iniciaban, su poesía es goza de una profundidad y de una riqueza visual muy singular, una verdadera cartografía visual experimentalista. Posteriormente, un año más en 1997, sale a luz Valle Interior de Rudy Augusto Frisancho Gallegos, en cuyos textos poéticos se notan las cadencias rítmicas. Luego, iniciado ya el nuevo siglo, aparece Aporía, la duda de la Luciérnaga o sus heridas deshojadas de Gabriel Apaza, eminente promotor cultural que entre otras revistas dirigió El Consejero del Lobo, revista de literatura. En su poesía obliga al lector a migrar a territorios donde la sola imaginación es capaz de llegar. En el 2004 la aparición de Geografía de la distancia de Luis Pacho Poma, también amante de la cultura, además de dirigir la revista de Literatura El Pez de Oro. El autor alcanza una voz propia, poseedora de la pureza de la palabra y una clara contundencia de las imágenes que no son otra cosa que la poesía trabajada. En el 2010 El Obituario del Búho de Walter Paz Quispe Santos, a pesar de ser uno de los poetas con buena presencia cultural en la década del 90, y que hiciera conocida su poesía en varias revistas del período, es recién en los dos mil en que publicaría orgánicamente su obra poética. En el 2011 Darwin Bedoya, con “El libro de las sombras” obtuvo el Premio Copé de oro; trabajo considerable en relación a la complejidad de su estructura textual, casi inmediatamente reaparece Víctor Villegas Árias, con un libro también orgánico y esperado desde inicios de los 90, se trata de un poeta que ha explorado la mitología andina para poetizarla, en la misma vera que Omar Aramayo y Churata, originariamente. En los 90 convergen poetas de magnífico registro, cuyas poéticas transitan entre el dolor, la resistencia cultural, los problemas políticos, y la violencia interna, quizá (sin ser chauvinista) de mayor riqueza en el Perú, estamos seguros que en un futuro no muy lejano se iniciarán con los trabajos sobre este período y tendremos un panorama mayor, ya que aun no existen trabajos orgánicos y académicos al respecto, pese al gran esfuerzo de Walter Bedregal, Luis Pacho y Víctor Villegas.
EN LA FOTOGRAFÍA: Darwín Bedoya, Walter Bedregal, Yudio Cruz, José Luis Velásquez, Luis Pacho, Víctor Villegas, Pio Mamani Chambi y otros. Aun, algunos miembros de esta generación como Hugo Lipa, Edy Oliver, Edwin Ticona (Erdy Flores), Edwin Sucari tienen una deuda con la publicación de su obra orgánica, ya que pese a la riqueza de su poesía solo han publicado pequeñas muestras, así como las poetas mujeres quienes también desarrollaron actividad poética como Liliana Quinto aún no han publicado sus obras. Otros poetas como Fernando Terral (René Challapa) y Paulo César Larico nos dejaron tempranamente en esta época de violencia; otros como Luis Rodríguez Castillo y Rubén Soto (que vivieron en Arequipa) pertenecen también a este periodo, su registro, sin mezquindades, obedece a una calidad que enriquece a la poesía puneña. Ahora bien, si tendríamos que hablar del registro, de los rasgos distintivos y los espacios propios de cada poeta, necesariamente requeriríamos de mayor espacio. La poesía puneña goza de un caudal rico que hace que Puno siempre esté presente en todo panorama literario como uno de los troncos más vitales a nivel nacional, en los cuales la presencia de poetas como Oquendo, Alejandro Peralta, Omar Aramayo, Efraín Miranda, Boris Espezúa no faltan. Y como se puede observar, después de este período sangriento y de profundo dolor yace una de las venas más ricas de la literatura nacional.
EN LA FOTO: Gabriel Apaza, Hugo Lipa Baldarrago, Edwin Sucari, Luis Pacho, Victor Villegas. Una de las deficiencias de las currículas escolares en comunicación es que descontextualiza completamente a la literatura puneña, los maestros de comunicación y los especialistas de las diversas UGELs ignoran a la literatura regional y la condenan a no proponer planes lectores que promueva su conocimiento, pese a la masiva publicación de textos que se efectuara desde la UNA-Puno con la Biblioteca Puneña que fue entregada a las diversas instituciones educativas de toda la región, lo que tiene que ver con un claro menosprecio a la hermosa y rica literatura regional). PARA GORRITO